No te sientas ofendido. Lo que
ofende sólo te debilita. Sentirse ofendido crea la misma energía destructiva
que te ofendió y que lleva al ataque, al contraataque y a la guerra.
Libérate de la necesidad de
ganar. Tú no eres tus victorias. No hay divisiones, no hay perdedores ni
ganadores. En la vida surgirán más victorias a medida que dejes de ir tras
ellas.
Libérate de la necesidad de tener
razón. No empujes a hacer que los demás se equivoquen.
Libérate de la necesidad de ser
superior. La verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor que los
demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Todos tenemos la misión de
cumplir la esencia para la que estamos destinados, y tenemos cuanto necesitamos
para cumplir ese destino.
Libérate de la necesidad de tener
más. Te verás luchando continuamente y eliminarás la posibilidad de alcanzar la
la meta, pero en realidad ya la has alcanzado, y es asunto tuyo decidir cómo
utilizar el momento presente de tu vida. Cuando dejas de necesitar más, te
llega más de lo que deseas.
Libérate de la necesidad de
identificarte con tus logros. Agradece las capacidades que te han sido
concedidas, la motivación para lograr cosas y las cosas que has acumulado, pero
atribúyele todo el mérito a la fuerza de la intención que te dio la existencia
y de la que formas parte materializada. Cuando te apegas a esos logros y crees
que lo estás consiguiendo tú solo es cuando abandonas la paz y la gratitud de
tu Fuente.
Libérate de tu fama. La fama que
tienes no está localizada en ti, sino en la mente de los demás y, por
consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella. Escucha los dictados de tu
corazón y actúa basándote en lo que tu voz interior te dice que es tu meta aquí.
Mantén tu propósito, deslígate de los resultados y acepta la responsabilidad de
lo que reside en ti. Deja que otros discutan sobre tu fama; no tiene nada que
ver contigo.
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