¿ cuáles son los factores que destruyen al ser humano?

La Política sin principios, el Placer sin compromiso, la Riqueza sin trabajo, la Sabiduría sin carácter, los Negocios sin moral, la Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad.

La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente se enoja, si yo estoy enojado; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante m

La vida es como un espejo:

“El que quiera ser amado, que ame” (M. Gandhi)

28 may 2012

CERRANDO PUERTAS (Reflexión)

CERRANDO PUERTAS (Reflexión)

Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario, perdemos la alegría y el sentido de las otras etapas que tenemos que vivir.

Poner fin a un ciclo, cerrar puertas, concluir capítulos… no importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya terminaron. ¿Me han despedido del trabajo? ¿Ha terminado una relación? ¿Me he ido de casa de mis padres? ¿Me he ido a vivir a otro país? Esa amistad que tanto tiempo cultivé, ¿ha desaparecido sin más? Puedes pasar mucho tiempo preguntándote por qué ha sucedido algo así. Puedes decirte a ti mismo que no darás un paso más hasta entender por qué motivo esas cosas que eran tan importantes en tu vida se convirtieron de repente en polvo.

Pero una actitud así supondrá un desgaste inmenso para todos: tu país, tu cónyuge, tus amigos, tus hijos, tu hermano; todos ellos estarán cerrando ciclos, pasando página, mirando hacia delante, y todos sufrirán al verte paralizado.

RECUERDOS. Nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido. El pasado no volverá: no podemos ser eternamente niños, adolescentes tardíos, hijos con sentimientos de culpa o de rencor hacia sus padres, amantes que reviven día y noche su relación con una persona que se fue para no volver. No podemos ser empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Todo pasa, y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello. Por eso es tan importante (¡por muy doloroso que sea!) destruir recuerdos, cambiar de casa, donar cosas a los orfanatos, vender o dar nuestros libros.

Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Dejar para siempre. Soltar. Desprenderse. Nadie en esta vida juega con cartas marcadas. Por ello, unas veces ganamos y otras, perdemos. No esperes que te devuelvan lo que has dado, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor.

Deja de encender tu televisión emocional y ver siempre el mismo programa, en el que se muestra cómo has sufrido con determinada pérdida: eso no hace sino envenenarte. Nada hay más peligroso que las rupturas amorosas que no aceptamos, las promesas de empleo que no tienen fecha de inicio, las decisiones siempre pospuestas en espera del "momento ideal".

La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando puertas abiertas "por si acaso", nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

DEJARLO IR. Antes de comenzar un nuevo capítulo hay que terminar el anterior: repítete a ti mismo que lo pasado no volverá jamás. Recuerda que hubo una época en que podías vivir sin aquello, sin aquella persona, que no hay nada insustituible, que un hábito no es una necesidad.

Puede parecer obvio, puede que sea difícil, pero es muy importante. Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo.

Deja de ser quien eras, y transfórmate en el que eres…Esa es la vida…

PAULO COELHO

(Psicología Emocional)

Perdón...

El acto de perdonar toma lugar en nuestra propia mente. Realmente no tiene nada que ver con la otra persona.
Cuando culpamos a otro, regalamos nuestro poder porque estamos colocando la responsabilidad de nuestros sentimientos en otro. Las personas que hay en nuestras vidas se comportan de maneras que disparan respuestas incómodas en nosotros. Sin embargo, ellos no entran en nuestras mentes y crean los detonadores que se dispararon. Hacernos responsables de nuestros sentimientos y reacciones es dominar nuestra "habilidad para responder". En otras palabras, aprendemos a elegir concientemente más que simplemente reaccionar.

No podemos hablar de resentimiento sin también hablar sobre perdón. Perdonar a alguien no significa que condonamos su conducta. El acto de perdón toma lugar en nuestra propia mente. Realmente no tiene nada que ver con la otra persona. La realidad del perdón verdadero radica en liberarnos de la carga del dolor. Es simplemente un acto de liberación para nosotros mismos de la energía negativa.
El perdón no significa permitir que las conductas dolorosas o acciones de otro  continúen en nuestra vida. A veces, el perdón significa liberar. Los perdonas y los liberas. Adoptar una nueva postura y establecer límites saludables es a menudo una de las cosas más amorosas que puedes hacer - no solo para ti, sino para la otra persona también.
Verdaderamente creo que no hay errores. Cuando nuestros corazones están cerrados y sentimos resentimiento e ira y tristeza, es difícil ver algo bueno. En cambio cuando nuestros corazones están abiertos, es como si mucha de esa negatividad desapareciera y somos capaces de liberar esos pensamientos viejos y despertamos a la alegría. Para cada uno de nosotros, hay siempre alegría en nuestro interior. Y necesitamos saber que tan perfectos somos como somos.
No importa cuánto caos puede estar sucediendo a nuestro alrededor, no importa cuántas cosas pueden estar yendo mal o no en la forma que lo deseamos, no importa lo que nuestros cuerpos pueden estar haciendo en este momento - podemos amarnos y aceptarnos a nosotros mismos - la simple verdad de nuestro ser - es que somos eternos. Siempre hemos estado y siempre estaremos. Y esa parte de nosotros permanece para siempre. Regocíjate de que esto es así. En tanto nos amamos y aceptamos a nosotros mismos exactamente como somos, se hace más fácil atravesar los llamados tiempos difíciles. No luchamos con nosotros mismos nunca más. Estamos aceptando. Estamos siendo tiernos. Estamos mimándonos. Estamos conteniéndonos y haciéndonos las cosas más fáciles.
Vete a ti mismo parado frente a un espejo mirándote a los ojos y diciendo, Te amo y te acepto exactamente como eres. Y respira. Solo permítete sentir lo que estas sintiendo. No tienes que ser perfecto. Ya eres perfecto tal como eres: Tú eres tú. Eres exactamente lo que elegiste ser en esta vida. De todos los cuerpos y todas las personalidades que estaban disponibles, elegiste ser quien eres - para experimentar este mundo, esta vida, a través de tu cuerpo, a través de tu personalidad. Por lo tanto ama tu elección, porque es parte de tu evolución espiritual.

Louise L. Hay

19 may 2012

ME DOY PERMISO PARA (Reflexión)

Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia,
de las que me ignoran, me niegan un beso, un abrazo...

No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie.
Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.

Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.

Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”, el que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor
humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.

No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.

Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse.
Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.

Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas

Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo
hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada.

Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer.
Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.

Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser
perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir: inhumano.

Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme
culpable.

No he nacido para ser la víctima de nadie.

Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.

Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración.

Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.

Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior.

Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.

Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.

Empiezo por reconocer mis valores, Y el resto vendrá solo. No espero de fuera.

Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.

Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo.

Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.

Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.

Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados: las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio.

Prefiero las relaciones menos densas.

Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.

No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que
me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.

Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es
sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.

Elijo lo que me da salud y vitalidad.

Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de
despreciar las elecciones de otros.

No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.

Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo “normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.




JOAQUÍN ARGENTE
Extraido de Psicología Emocional
https://www.facebook.com/pages/Psic%C3%B3loga-Emocional/167309886621773

12 may 2012

Resiliencia


Esta palabra acuñada hace pocos años expresa un concepto importantísimo. Según el Diccionario de la Real Academia Española, es la “Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.
Creo que todos en menor o mayor medida tenemos la posibilidad de recuperarnos luego de un hecho extremo y de capitalizar la experiencia por la que transitamos para aprender, hacernos más fuertes y contar con una gama más amplia de herramientas internas para desenvolvernos en el futuro, en caso de toparnos con situaciones similares.
La resiliencia  es una habilidad que se puede aprender y aumentar a voluntad. Sé que hay gente que, de manera innata, se repone muy rápidamente a lo que le sucede (tienen personalidades resistentes) y a otros seres, llegar a un resultado similar les lleva años. Que estés en el segundo grupo no implica que no puedas dejar atrás frustraciones, parejas fallidas, abandonos o lo que te haya sucedido, sino solamente que te será necesario un esfuerzo mayor y un poco más de tiempo para llegar al resultado que deseas.
De nada sirve compararse con los “resilientes innatos”, es como mirar, por ejemplo, a un excelente bailarín, cantante o escritor y preguntarse por qué no tenemos ese talento; pues bien, hemos nacido con otros y este es un punto para desarrollar y para crecer.
A diario nos enfrentamos a situaciones que nos ponen a prueba y que, en muchas ocasiones, logran desestabilizarnos o angustiarnos. ¡Nadie está exento!  Y es mucho lo que puedes hacer para volver a tu eje en poco tiempo. Algunos ejemplos son:  no asumir el rol de víctima/victimario/salvador, no culparte por cosas que no se pueden cambiar, aceptar lo sucedido, dejar ir lo que ya no está contigo o no te pertenece, perdonar…
Todos somos capaces de dejar traumas y limitaciones atrás, de caminar libremente por la vida sin ataduras que nos jalen hacia el pasado y de cumplir nuestros sueños y nuestras metas. La capacidad de ser resiliente está dentro de ti y solo es preciso que te conectes con ella, la ejercites y la amplíes, para que los períodos de duelo o de dolor sean más breves y puedas disfrutar cuanto antes de todo lo bueno que la vida tiene para brindarte.
Extraido de Mejora Emocional - - Posted: 10 May 2012 12:37 PM PDT