¿ cuáles son los factores que destruyen al ser humano?

La Política sin principios, el Placer sin compromiso, la Riqueza sin trabajo, la Sabiduría sin carácter, los Negocios sin moral, la Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad.

La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente se enoja, si yo estoy enojado; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante m

La vida es como un espejo:

“El que quiera ser amado, que ame” (M. Gandhi)

13 jun 2013



"Dios mío, ayúdame a mostrarme agradecido por todas mis lecciones,
incluso por aquellas que me causaron más dolor y sufrimiento.
Ayúdame a aprender lo que necesito aprender. Para que pueda detener
el dolor en mi vida. Ayúdame a concentrarme en la meta de la
recuperación, en vez de en el dolor que me motivó hacia ella."
Fuente: 

EL LENGUAJE DEL ADIÓS
Melody Beattie

28 nov 2012

“CREO EN MI PROPIA CAUSA “


No sé exactamente a quién le escribo, puede que sea a ti o puede que sea a mí. Los comienzos parecen siempre difíciles y empezar a escribir no es la excepción. Mi mano vacila y mi bolígrafo no fluye con facilidad por la hoja, pero con el tiempo cuando mi mente se asienta en el ritmo conocido, la mano vuelve a fluir. Existe una conexión entre mi mano y mis pensamientos, e intuyo por qué casi nunca escribo directamente en el ordenador, sino que elijo este método algo caduco hoy en día de escribir con lápiz y papel. Es reconfortante. Desde hace ya tres años, me considero a mí mismo un escritor. No es mucho para alguien que ahora tiene sesenta y dos. Sin embargo, creo que siempre supe que era algo que podía hacer, pero no fue hasta entonces que decidí desbloquear el flujo de ideas dentro de mí y creer en ellas. Escribir lo que me venía en cualquier momento en el que decidía sentarme y esperar, fue también una aventura y una inmersión en lo desconocido. Escribir me ha nutrido e inspirado como pocas cosas en los últimos años. Me siento vivo y auto realizado – me envuelve una sensación de hacer lo que se supone que debería estar haciendo. Cuando me siento y me pido a mí mismo comprensión, ese sentimiento de tratar de tocar lo desconocido me acompaña nuevamente. Estamos solos, a la deriva en el vasto océano de la conciencia, tratando de alcanzar la seguridad de nuestros propios mañanas. Puede ser un sentimiento aterrador. Pero si estuvieras sentado solo en tu pequeña barca, aparentemente sin la capacidad de alcanzar seguridad, ¿qué harías? Seguramente te verías forzado a dejar tu propio pánico de lado. Luego, probablemente observarías la situación: la naturaleza y los vientos que podrían soplar a tu favor; tus propios recursos y lo que eres capaz de hacer; y con eso, desde los rincones más profundos de tu ser, te rendirías a la convicción de que, de algún modo, también sobrevivirás a esto. Así que, ¿dónde reside mi pánico?, ¿de qué se trata?, ¿es esa duda de que yo pueda ser el capitán de mi propio barco, aquel capaz de guiar su propia vida? Al menos parte de la respuesta debe estar allí, ya que durante años he tenido la tendencia de dejar que otros creen mi presente y, en última instancia, mi futuro. Mucho, al parecer, ha sido por complacencia, permitiendo que otros dicten lo que es y lo que será mi realidad.
 La crisis aparece cuando esa realidad no coincide con las expectativas que tengo para mí mismo, cuando no suma a mi bienestar, no hace nada por la confianza que tengo en mí mismo y no aporta las esperanzas que persisten en la ventana de mis mañanas. Si he de comprender mi situación actual o lo que algunos podrían incluso llamar crisis, primero debo definir cuáles son esas esperanzas no alcanzadas que todavía sigo albergando.
Es todo demasiado evidente para mí, le echo la culpa a los demás mientras veo mi vida desdoblarse ante mis ojos. Existe una rabia latente hacia los demás que sé que no me favorece, y que al final me aleja de ser el dueño o responsable de mi propia vida. Es tan difícil admitir a uno mismo que fuiste sólo tú quien permitió que el curso de las cosas se convirtiera en lo que es ahora. No era tu deseo más profundo hacerlo, pero es sólo esa actitud complaciente tuya asomando de nuevo su horrible cabeza. Mi primera tarea es extirpar esta rabia inútil que dirijo hacia los demás, y ultimadamente, hacia mí mismo. Aunque a todos nos gustaría pensar que estamos interconectados y que somos mutuamente dependientes unos de otros, qué responsabilidad puede tener alguien más por mi futuro bienestar. Ellos también tienen sus propias preocupaciones. Ellos también tienen un futuro por el que preocuparse. ¿Estoy yo tan preocupado por su futuro? La respuesta es, probablemente no. ¿Acaso no están ellos tan preocupados por lo que está por venir como lo estoy yo? Esa comprensión es de algún modo abrumadora. Cada uno de nosotros, en primer lugar, está aislado en su cápsula de supervivencia volando hacia ningún lugar en particular. Podríamos hablar de vivir los unos por los otros, pero la realidad es muy distinta. ¿Albergo en mi interior esta idea de sobrevivir, presente en mí pero aparentemente detestada al verla en otros, en forma de ira dirigida hacia ellos? ¿O los acepto por la transformación que están intentando llevar a cabo e intento enseñarles cómo sobrevivir de mejor manera? Cualquier cosa que me saque de mi rabia interna es definitivamente el mejor camino que puedo tomar. Ante todo, me da una perspectiva diferente y quizás más iluminada, me libera de mi rabia interior y de mi auto-negación, y me permite convertir la complacencia en compasión. Es un gran paso al frente.
Comprendiendo a los demás llego a entenderme a mí mismo. Perdono a los demás y me perdono a mí mismo. Después de todo, estamos todos juntos en este pequeño bote tratando de remar en la misma dirección. Si puedo perdonar los defectos de tu carácter, tal vez seré capaz de hacer lo mismo conmigo. Ser libre contiene en sí mismo esta idea de reconciliarme y aclarar la visión de mi pasado. Defino mi pasado como todos aquellos pensamientos que he guardado tan fielmente cerca de mi pecho a lo largo de los años. Tengo la responsabilidad de cambiar hoy esos puntos de vista si anhelo cambiar mis mañanas. Es fundamental y no puede haber otro camino. Permíteme entonces liberar mi ser de culparte y así liberar mi ser de una tensión e incertidumbre innecesarias. Si dejo ir este hábito sin sentido que tengo de encontrar el error en ti, ¿no ceso al mismo tiempo de dirigir esta corriente de patrones de comportamiento contra mí y que sólo tienden a minar mis propios esfuerzos? Practico perdonarte y en el proceso aprendo sobre el perdón. Es una acción recíproca, que obedece indiscutiblemente una ley universal. Debo beneficiarme de este principio universal ya que soy yo quien ha iniciado la acción y quien la ha liberado en su viaje a través del universo. El amor vive para siempre. Perdonar es amar. Volviendo al amor vuelvo a ser libre – libre para permitir que brille desde lo más profundo todo lo que representa lo mejor de mí, mis verdaderos sentimientos y creencias y en consecuencia, lo que anhelo para el futuro. Quizás ahora soy capaz de decirme a mí mismo y a todos y cada unos de vosotros, estas son mis esperanzas y deseos. Para mí son muy valiosos y pienso que también hay lugar para ti en de ellos. Ahora lo que nos queda por hacer es comunicarnos. Nos hemos convertido en una generación y en una sociedad que valora la comunicación por encima de todo. Queremos estar informados. Cada minuto de nuestra vida moderna está inundado con información. Sin embargo, es difícil escapar al hecho de que el volumen de comunicación que buscamos nos lleva sólo a entretener e informar, y al final, sólo sirve para distraernos y mantenernos en la oscuridad, aislados y temerosos. Dejamos de buscar en nuestro interior y en cambio buscamos todo fuera de nosotros mismos, incluyendo cada idea, creencia y ultimadamente, cada convicción que acabamos creyendo que es importante para nosotros. Pero la verdadera naturaleza de la comunicación debe ser compartir lo que he encontrado como cierto sobre mí mismo. Obviamente, también puedo hablarte sobre mis miedos del futuro, sobre lo que no me ha gustado del pasado, lo que me ha ocurrido, o lo que puedo pensar sobre otros cuando han interactuado conmigo. Todos hacemos esto, pero lo hacemos con el riesgo de no encontrar nunca esa llave secreta que nos abrirá a toda la bondad que reside en nuestro interior y, al mismo tiempo, a nuestro irrestricto potencial que permanece dormido en el mismo lugar. Si me tomo el tiempo de pensar sobre lo que mi potencial realmente significa para mí, no será el potencial de hacer el bien ilimitadamente. Mi nuevo compromiso hacia la comunicación es entonces, decir en voz alta al universo entero, incluyéndome a mí mismo, este es quien soy, esto es lo que quiero y esta vez, definitivamente no estoy tratando de escapar de la responsabilidad de las acciones que acabaré por tomar. Creo en mi propia causa. Entonces permito que el universo responda. Tú y yo hemos hecho nuestra parte. Creo en mí. Siempre lo he hecho, sólo que no lo suficiente. Entonces permito que eso cambie en este preciso instante. Si mis pensamientos pueden llevarme a esta coyuntura en mi vida, el momento de hacerlo está aquí. Mi esperanza es poder mantener el amor – sagrado para mi corazón – para permitir que sea mi regalo diario a los demás y lo único que me nutra guiándome hacia la luz y la plenitud de la vida. Mi deseo no es sólo ser el capitán de mi propio barco, sino también poder llevar a otros a salvo a los puertos de su propia comprensión. Cuidar de los demás se ha vuelto parte fundamental de quien soy. Necesaria e inequívocamente me enriquece. También guardo la esperanza de que de algún modo pueda liberarme de esos miedos, aquellos que me mantienen encadenado a sentimientos negativos de ser el agraviado, o encontrar el fallo en la forma en que actúan los demás, y la resultante frustración y rabia que esos sentimientos producen en mí. Inevitablemente niegan la verdadera esencia de quien soy, dejando en su lugar algún tipo de versión falsa de mí, contento de vivir en alguna realidad fantaseada y alterada. Mis miedos son ésos, aquellos que aún no he podido enfrentar y encarar en mi pasado. Si no lo hago, será imposible aceptar y resolver mi pasado y, en consecuencia, avanzar. Continuaré siendo un esclavo de todo lo que ha pasado antes y hay poca esperanza de que se de lugar al aprendizaje. Sin embargo, estoy comprometido a aprender. Es el eterno faro en mi arsenal de principios, aquellos que me han mantenido en pie todos estos años. Por lo tanto, mi compromiso fundamental es aprender. Es la promesa que me hago a mí mismo una y otra vez. Dentro de ella están salvaguardados todos los tesoros que toco suavemente, disfrutando de que algún día pueda mantenerlos firmemente. Esto condiciona todo lo que elijo hacer hoy. Me enseña a comprender, expandiendo mi visión en el proceso. Fomenta mi creatividad y fortalece mi propósito de actuar en consecuencia cada momento del día. Aprender elimina la ignorancia de mi mente consciente y me libera. Ahora puedo navegar rápidamente con el viento detrás, sin trabas y libre de alcanzar esa parte de mí que me espera.

Hargobind Singh (Artículo de Hargobind Singh*, filósofo, formador de más de mil profesores de Kundalini Yoga, discípulo de Yogi Bhajan y orador internacional. Reflexiones sobre la vida, nuestro rumbo con coordenadas o a la deriva, la responsabilidad individual, el perdón, el miedo y el amor…) -Imagine Academy No sé exactamente a quién le escribo, puede que sea a ti o puede que sea a mí. Los comienzos parecen siempre difíciles y empezar a escribir no es la excepción. Mi mano vacila y mi bolígrafo no fluye con facilidad por la hoja, pero con el tiempo cuando mi mente se asienta en el ritmo conocido, la mano vuelve a fluir. Existe una conexión entre mi mano y mis pensamientos, e intuyo por qué casi nunca escribo directamente en el ordenador, sino que elijo este método algo caduco hoy en día de escribir con lápiz y papel. Es reconfortante. Desde hace ya tres años, me considero a mí mismo un escritor. No es mucho para alguien que ahora tiene sesenta y dos. Sin embargo, creo que siempre supe que era algo que podía hacer, pero no fue hasta entonces que decidí desbloquear el flujo de ideas dentro de mí y creer en ellas. Escribir lo que me venía en cualquier momento en el que decidía sentarme y esperar, fue también una aventura y una inmersión en lo desconocido. Escribir me ha nutrido e inspirado como pocas cosas en los últimos años. Me siento vivo y auto realizado – me envuelve una sensación de hacer lo que se supone que debería estar haciendo. Cuando me siento y me pido a mí mismo comprensión, ese sentimiento de tratar de tocar lo desconocido me acompaña nuevamente. Estamos solos, a la deriva en el vasto océano de la conciencia, tratando de alcanzar la seguridad de nuestros propios mañanas. Puede ser un sentimiento aterrador. Pero si estuvieras sentado solo en tu pequeña barca, aparentemente sin la capacidad de alcanzar seguridad, ¿qué harías? Seguramente te verías forzado a dejar tu propio pánico de lado. Luego, probablemente observarías la situación: la naturaleza y los vientos que podrían soplar a tu favor; tus propios recursos y lo que eres capaz de hacer; y con eso, desde los rincones más profundos de tu ser, te rendirías a la convicción de que, de algún modo, también sobrevivirás a esto. Así que, ¿dónde reside mi pánico?, ¿de qué se trata?, ¿es esa duda de que yo pueda ser el capitán de mi propio barco, aquel capaz de guiar su propia vida? Al menos parte de la respuesta debe estar allí, ya que durante años he tenido la tendencia de dejar que otros creen mi presente y, en última instancia, mi futuro. Mucho, al parecer, ha sido por complacencia, permitiendo que otros dicten lo que es y lo que será mi realidad. La crisis aparece cuando esa realidad no coincide con las expectativas que tengo para mí mismo, cuando no suma a mi bienestar, no hace nada por la confianza que tengo en mí mismo y no aporta las esperanzas que persisten en la ventana de mis mañanas. Si he de comprender mi situación actual o lo que algunos podrían incluso llamar crisis, primero debo definir cuáles son esas esperanzas no alcanzadas que todavía sigo albergando. Es todo demasiado evidente para mí, le echo la culpa a los demás mientras veo mi vida desdoblarse ante mis ojos. Existe una rabia latente hacia los demás que sé que no me favorece, y que al final me aleja de ser el dueño o responsable de mi propia vida. Es tan difícil admitir a uno mismo que fuiste sólo tú quien permitió que el curso de las cosas se convirtiera en lo que es ahora. No era tu deseo más profundo hacerlo, pero es sólo esa actitud complaciente tuya asomando de nuevo su horrible cabeza. Mi primera tarea es extirpar esta rabia inútil que dirijo hacia los demás, y ultimadamente, hacia mí mismo. Aunque a todos nos gustaría pensar que estamos interconectados y que somos mutuamente dependientes unos de otros, qué responsabilidad puede tener alguien más por mi futuro bienestar. Ellos también tienen sus propias preocupaciones. Ellos también tienen un futuro por el que preocuparse. ¿Estoy yo tan preocupado por su futuro? La respuesta es, probablemente no. ¿Acaso no están ellos tan preocupados por lo que está por venir como lo estoy yo? Esa comprensión es de algún modo abrumadora. Cada uno de nosotros, en primer lugar, está aislado en su cápsula de supervivencia volando hacia ningún lugar en particular. Podríamos hablar de vivir los unos por los otros, pero la realidad es muy distinta. ¿Albergo en mi interior esta idea de sobrevivir, presente en mí pero aparentemente detestada al verla en otros, en forma de ira dirigida hacia ellos? ¿O los acepto por la transformación que están intentando llevar a cabo e intento enseñarles cómo sobrevivir de mejor manera? Cualquier cosa que me saque de mi rabia interna es definitivamente el mejor camino que puedo tomar. Ante todo, me da una perspectiva diferente y quizás más iluminada, me libera de mi rabia interior y de mi auto-negación, y me permite convertir la complacencia en compasión. Es un gran paso al frente. Comprendiendo a los demás llego a entenderme a mí mismo. Perdono a los demás y me perdono a mí mismo. Después de todo, estamos todos juntos en este pequeño bote tratando de remar en la misma dirección. Si puedo perdonar los defectos de tu carácter, tal vez seré capaz de hacer lo mismo conmigo. Ser libre contiene en sí mismo esta idea de reconciliarme y aclarar la visión de mi pasado. Defino mi pasado como todos aquellos pensamientos que he guardado tan fielmente cerca de mi pecho a lo largo de los años. Tengo la responsabilidad de cambiar hoy esos puntos de vista si anhelo cambiar mis mañanas. Es fundamental y no puede haber otro camino. Permíteme entonces liberar mi ser de culparte y así liberar mi ser de una tensión e incertidumbre innecesarias. Si dejo ir este hábito sin sentido que tengo de encontrar el error en ti, ¿no ceso al mismo tiempo de dirigir esta corriente de patrones de comportamiento contra mí y que sólo tienden a minar mis propios esfuerzos? Practico perdonarte y en el proceso aprendo sobre el perdón. Es una acción recíproca, que obedece indiscutiblemente una ley universal. Debo beneficiarme de este principio universal ya que soy yo quien ha iniciado la acción y quien la ha liberado en su viaje a través del universo. El amor vive para siempre. Perdonar es amar. Volviendo al amor vuelvo a ser libre – libre para permitir que brille desde lo más profundo todo lo que representa lo mejor de mí, mis verdaderos sentimientos y creencias y en consecuencia, lo que anhelo para el futuro. Quizás ahora soy capaz de decirme a mí mismo y a todos y cada unos de vosotros, estas son mis esperanzas y deseos. Para mí son muy valiosos y pienso que también hay lugar para ti en de ellos. Ahora lo que nos queda por hacer es comunicarnos. Nos hemos convertido en una generación y en una sociedad que valora la comunicación por encima de todo. Queremos estar informados. Cada minuto de nuestra vida moderna está inundado con información. Sin embargo, es difícil escapar al hecho de que el volumen de comunicación que buscamos nos lleva sólo a entretener e informar, y al final, sólo sirve para distraernos y mantenernos en la oscuridad, aislados y temerosos. Dejamos de buscar en nuestro interior y en cambio buscamos todo fuera de nosotros mismos, incluyendo cada idea, creencia y ultimadamente, cada convicción que acabamos creyendo que es importante para nosotros. Pero la verdadera naturaleza de la comunicación debe ser compartir lo que he encontrado como cierto sobre mí mismo. Obviamente, también puedo hablarte sobre mis miedos del futuro, sobre lo que no me ha gustado del pasado, lo que me ha ocurrido, o lo que puedo pensar sobre otros cuando han interactuado conmigo. Todos hacemos esto, pero lo hacemos con el riesgo de no encontrar nunca esa llave secreta que nos abrirá a toda la bondad que reside en nuestro interior y, al mismo tiempo, a nuestro irrestricto potencial que permanece dormido en el mismo lugar. Si me tomo el tiempo de pensar sobre lo que mi potencial realmente significa para mí, no será el potencial de hacer el bien ilimitadamente. Mi nuevo compromiso hacia la comunicación es entonces, decir en voz alta al universo entero, incluyéndome a mí mismo, este es quien soy, esto es lo que quiero y esta vez, definitivamente no estoy tratando de escapar de la responsabilidad de las acciones que acabaré por tomar. Creo en mi propia causa. Entonces permito que el universo responda. Tú y yo hemos hecho nuestra parte. Creo en mí. Siempre lo he hecho, sólo que no lo suficiente. Entonces permito que eso cambie en este preciso instante. Si mis pensamientos pueden llevarme a esta coyuntura en mi vida, el momento de hacerlo está aquí. Mi esperanza es poder mantener el amor – sagrado para mi corazón – para permitir que sea mi regalo diario a los demás y lo único que me nutra guiándome hacia la luz y la plenitud de la vida. Mi deseo no es sólo ser el capitán de mi propio barco, sino también poder llevar a otros a salvo a los puertos de su propia comprensión. Cuidar de los demás se ha vuelto parte fundamental de quien soy. Necesaria e inequívocamente me enriquece. También guardo la esperanza de que de algún modo pueda liberarme de esos miedos, aquellos que me mantienen encadenado a sentimientos negativos de ser el agraviado, o encontrar el fallo en la forma en que actúan los demás, y la resultante frustración y rabia que esos sentimientos producen en mí. Inevitablemente niegan la verdadera esencia de quien soy, dejando en su lugar algún tipo de versión falsa de mí, contento de vivir en alguna realidad fantaseada y alterada. Mis miedos son ésos, aquellos que aún no he podido enfrentar y encarar en mi pasado. Si no lo hago, será imposible aceptar y resolver mi pasado y, en consecuencia, avanzar. Continuaré siendo un esclavo de todo lo que ha pasado antes y hay poca esperanza de que se de lugar al aprendizaje. Sin embargo, estoy comprometido a aprender. Es el eterno faro en mi arsenal de principios, aquellos que me han mantenido en pie todos estos años. Por lo tanto, mi compromiso fundamental es aprender. Es la promesa que me hago a mí mismo una y otra vez. Dentro de ella están salvaguardados todos los tesoros que toco suavemente, disfrutando de que algún día pueda mantenerlos firmemente. Esto condiciona todo lo que elijo hacer hoy. Me enseña a comprender, expandiendo mi visión en el proceso. Fomenta mi creatividad y fortalece mi propósito de actuar en consecuencia cada momento del día. Aprender elimina la ignorancia de mi mente consciente y me libera. Ahora puedo navegar rápidamente con el viento detrás, sin trabas y libre de alcanzar esa parte de mí que me espera.

 (Artículo de Hargobind Singh*, filósofo, formador de más de mil profesores de Kundalini Yoga, discípulo de Yogi Bhajan y orador internacional. Reflexiones sobre la vida, nuestro rumbo con coordenadas o a la deriva, la responsabilidad individual, el perdón, el miedo y el amor…) -Imagine Academy

17 sept 2012

21 jun 2012

...ser

“Si en algo tenemos que empeñarnos en esta vida es en querer conocernos, en saber quiénes somos para profundizar luego en lo que podemos ofrecer. Este proceso de descubrimiento del Ser y de desarrollo del Talento no sólo nos colmará de preciosos momentos, sino que también contribuirá a que hagamos del mundo un lugar más bello” Concha Barbero Podemos tenerlo todo pero no sentirnos llenos ¿Por qué? Concha Barbero, autora de “El don de vivir como uno quiere” y otras obras, reflexiona sobre la clave para dar sentido a la vida independientemente de los factores externos. Tener una familia que te quiere, te aporta estabilidad, alguien con quien compartir la vida, equilibrio; tener hijos, una de las experiencias más intensas y un vínculo de amor indestructible; un buen trabajo, seguridad; tener amigos, sentirte acompañado y comprendido… Pero hay algo que depende exclusivamente de nosotros y que, precisamente por eso, porque es de nuestra responsabilidad, puede ser un camino seguro de (no “hacia la”, sino “de”) felicidad. Me refiero a la posibilidad que todos tenemos de crear, de desarrollar nuestro don personal, ese que hace que el tiempo pase apenas sin darnos cuenta y que, cuanto más lo trabajamos, más satisfacciones nos proporciona. Hemos nacido con una gran fuente de creatividad y, si permitimos que el agua fluya, el caudal aumentará incesantemente; si retenemos esa agua, tomará mal olor, perderá su transparencia y no cumplirá su función: purificar el alma, hidratar el cuerpo, refrescar la vida. Si no damos curso a ese canal de creación, nuestra energía quedará estancada y, entonces, sentiremos insatisfacción, tedio, intranquilidad… Nos preguntaremos qué es lo que nos sucede para no ser felices, a pesar de tener cubiertas nuestras necesidades afectivas, profesionales y relacionales. Por otra parte, cuando no se den esas circunstancias, cuando las cosas “se tuerzan”, nos sentiremos aún más desdichados y buscaremos fuera de nosotros a los culpables de ese desasosiego: nuestros padres que no supieron educarnos, nuestra pareja, que no nos comprende ni nos apoya, nuestro jefe, que no nos valora, nuestros amigos, que nos dejan en la estacada, los políticos, los banqueros, los medios de comunicación, etc. Buscaremos en todos ellos las excusas para continuar obstaculizando la iniciativa, suponiendo que todo lo que no nos gusta de nuestra propia vida puede solucionarse sin nuestra intervención. Con ese vaivén de emociones, con esos altibajos en nuestro estado de ánimo, viviremos mejor o peor, dependiendo del grado de madurez para gestionar las alegrías, las penas y las frustraciones. Hasta que… en algún momento, probablemente crítico, recibimos un chasquido de luz que nos hace mirar dentro de nosotros y nos revela que somos grandes, que poseemos dentro todo tipo de soluciones. Desde esa percepción, la del poder interior, hasta el desarrollo de la creatividad hay un precioso recorrido, en el que vamos aprendiendo día a día de nosotros mismos: ganando en confianza, perdiendo prejuicios, reconociendo nuestra luminosidad. Porque, si en algo tenemos que empeñarnos en esta vida es en querer conocernos, en saber quiénes somos para profundizar luego en lo que podemos ofrecer. Este proceso de descubrimiento del Ser y de desarrollo del Talento no sólo nos colmará de preciosos momentos, sino que también contribuirá a que hagamos del mundo un lugar más bello. Así, tener una familia, pareja, hijos, amigos y trabajo serán regalos a una vida, que, de por sí, ya estará plena de sentido. Valoraremos la suerte de habernos encontrado con las personas que se han cruzado en nuestra trayectoria, pero seremos capaces de relacionarnos con ellas sin apegos, libremente, sin exigirlas que nos hagan felices; todo lo contrario, les haremos participar del íntimo secreto descubierto: la capacidad de crear, convertida, a la vez, en nuestro más preciado tesoro. Concha Barbero - Fuente: El Blog Alternativo

28 may 2012

CERRANDO PUERTAS (Reflexión)

CERRANDO PUERTAS (Reflexión)

Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario, perdemos la alegría y el sentido de las otras etapas que tenemos que vivir.

Poner fin a un ciclo, cerrar puertas, concluir capítulos… no importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya terminaron. ¿Me han despedido del trabajo? ¿Ha terminado una relación? ¿Me he ido de casa de mis padres? ¿Me he ido a vivir a otro país? Esa amistad que tanto tiempo cultivé, ¿ha desaparecido sin más? Puedes pasar mucho tiempo preguntándote por qué ha sucedido algo así. Puedes decirte a ti mismo que no darás un paso más hasta entender por qué motivo esas cosas que eran tan importantes en tu vida se convirtieron de repente en polvo.

Pero una actitud así supondrá un desgaste inmenso para todos: tu país, tu cónyuge, tus amigos, tus hijos, tu hermano; todos ellos estarán cerrando ciclos, pasando página, mirando hacia delante, y todos sufrirán al verte paralizado.

RECUERDOS. Nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido. El pasado no volverá: no podemos ser eternamente niños, adolescentes tardíos, hijos con sentimientos de culpa o de rencor hacia sus padres, amantes que reviven día y noche su relación con una persona que se fue para no volver. No podemos ser empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Todo pasa, y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello. Por eso es tan importante (¡por muy doloroso que sea!) destruir recuerdos, cambiar de casa, donar cosas a los orfanatos, vender o dar nuestros libros.

Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Dejar para siempre. Soltar. Desprenderse. Nadie en esta vida juega con cartas marcadas. Por ello, unas veces ganamos y otras, perdemos. No esperes que te devuelvan lo que has dado, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor.

Deja de encender tu televisión emocional y ver siempre el mismo programa, en el que se muestra cómo has sufrido con determinada pérdida: eso no hace sino envenenarte. Nada hay más peligroso que las rupturas amorosas que no aceptamos, las promesas de empleo que no tienen fecha de inicio, las decisiones siempre pospuestas en espera del "momento ideal".

La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando puertas abiertas "por si acaso", nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

DEJARLO IR. Antes de comenzar un nuevo capítulo hay que terminar el anterior: repítete a ti mismo que lo pasado no volverá jamás. Recuerda que hubo una época en que podías vivir sin aquello, sin aquella persona, que no hay nada insustituible, que un hábito no es una necesidad.

Puede parecer obvio, puede que sea difícil, pero es muy importante. Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo.

Deja de ser quien eras, y transfórmate en el que eres…Esa es la vida…

PAULO COELHO

(Psicología Emocional)

Perdón...

El acto de perdonar toma lugar en nuestra propia mente. Realmente no tiene nada que ver con la otra persona.
Cuando culpamos a otro, regalamos nuestro poder porque estamos colocando la responsabilidad de nuestros sentimientos en otro. Las personas que hay en nuestras vidas se comportan de maneras que disparan respuestas incómodas en nosotros. Sin embargo, ellos no entran en nuestras mentes y crean los detonadores que se dispararon. Hacernos responsables de nuestros sentimientos y reacciones es dominar nuestra "habilidad para responder". En otras palabras, aprendemos a elegir concientemente más que simplemente reaccionar.

No podemos hablar de resentimiento sin también hablar sobre perdón. Perdonar a alguien no significa que condonamos su conducta. El acto de perdón toma lugar en nuestra propia mente. Realmente no tiene nada que ver con la otra persona. La realidad del perdón verdadero radica en liberarnos de la carga del dolor. Es simplemente un acto de liberación para nosotros mismos de la energía negativa.
El perdón no significa permitir que las conductas dolorosas o acciones de otro  continúen en nuestra vida. A veces, el perdón significa liberar. Los perdonas y los liberas. Adoptar una nueva postura y establecer límites saludables es a menudo una de las cosas más amorosas que puedes hacer - no solo para ti, sino para la otra persona también.
Verdaderamente creo que no hay errores. Cuando nuestros corazones están cerrados y sentimos resentimiento e ira y tristeza, es difícil ver algo bueno. En cambio cuando nuestros corazones están abiertos, es como si mucha de esa negatividad desapareciera y somos capaces de liberar esos pensamientos viejos y despertamos a la alegría. Para cada uno de nosotros, hay siempre alegría en nuestro interior. Y necesitamos saber que tan perfectos somos como somos.
No importa cuánto caos puede estar sucediendo a nuestro alrededor, no importa cuántas cosas pueden estar yendo mal o no en la forma que lo deseamos, no importa lo que nuestros cuerpos pueden estar haciendo en este momento - podemos amarnos y aceptarnos a nosotros mismos - la simple verdad de nuestro ser - es que somos eternos. Siempre hemos estado y siempre estaremos. Y esa parte de nosotros permanece para siempre. Regocíjate de que esto es así. En tanto nos amamos y aceptamos a nosotros mismos exactamente como somos, se hace más fácil atravesar los llamados tiempos difíciles. No luchamos con nosotros mismos nunca más. Estamos aceptando. Estamos siendo tiernos. Estamos mimándonos. Estamos conteniéndonos y haciéndonos las cosas más fáciles.
Vete a ti mismo parado frente a un espejo mirándote a los ojos y diciendo, Te amo y te acepto exactamente como eres. Y respira. Solo permítete sentir lo que estas sintiendo. No tienes que ser perfecto. Ya eres perfecto tal como eres: Tú eres tú. Eres exactamente lo que elegiste ser en esta vida. De todos los cuerpos y todas las personalidades que estaban disponibles, elegiste ser quien eres - para experimentar este mundo, esta vida, a través de tu cuerpo, a través de tu personalidad. Por lo tanto ama tu elección, porque es parte de tu evolución espiritual.

Louise L. Hay